El cambio en la calidad educativa

Fuente: https://www.votatuprofesor.com/blog/650-la-competencia-como-factor-de-calidad-en-la-educacion

 La llegada de los nuevos cambios en la mentalidad profesional está haciendo que los docentes inicien un proceso de formación y actualización, dando lugar a un nuevo modelo de profesor que desarrolla la capacidad reflexiva sobre su propia práctica y que orienta el trabajo en el aula con una metodología activa y cooperativa.

Nuevos cambios dirigidos a la mejora, a la deseada calidad en las instituciones educativas. Por consiguiente, es la comunidad educativa, en su conjunto, la responsable del funcionamiento del sistema educativo; por lo tanto, todos los que la conforman (administradores, directivos, docentes, investigadores, familias, alumnos y sociedad en general) están comprometidos de forma activa en su mejora.

Una de las principales aspiraciones y objetivos, que los sistemas educativos se han ido planteando en los últimos años, ha sido la búsqueda de una mayor calidad educativa.

Y se puede comprobar cómo su definición de “calidad” suele estar relacionada con otros muchos otros conceptos como, eficacia, eficiencia y mejora; siendo tal la relación, que a veces es confundido entre sí. Por lo tanto, teniendo en cuenta que “la eficacia mide el grado de cumplimiento de los objetivos deseados, mientras que la eficiencia se refiere a la maximización de los resultados en relación a los recursos invertidos, es decir, una organización es eficiente en la medida que se supera lo esperado de ella, y es ineficiente cuando sus finalidades no son claras, se puede decir que ambos conceptos, eficacia y eficiencia se miden a través de la calidad de los servicios” (Barber y Mourshed, 2008).

¿Por qué algunos sistemas educativos tienen un mejor desempeño y mejoran con más rapidez que otros?

Saber por qué algunas escuelas tienen éxito y otras no, es decir, “comprender por qué los sistemas educativos con más alto desempeño del mundo alcanzan resultados mucho mejores que la mayoría de los demás, y por qué ciertas reformas educativas tienen tanto éxito, cuando muchas otras no logran su cometido”

Para ello se han revisaron las características de diferentes sistemas educativos de todo el mundo, incluidos diez de los sistemas con mejor desempeño, analizando qué tienen en común y cuáles son las herramientas que emplean para mejorar los resultados de sus alumnos. Las experiencias de estos exitosos sistemas educativos resaltan la importancia de tres aspectos:

1.       Conseguir a las personas más aptas para ejercer la docencia, es decir conseguir los mejores profesores;

       desarrollarlas hasta convertirlas en instructores eficientes. Se trata de contar con formación y apoyo continuo para que los docentes desarrollen prácticas cada vez más eficaces, y

3.      garantizar que el sistema sea capaz de brindar la mejor instrucción posible a todos los niños.

Estos sistemas demuestran que las mejores prácticas para alcanzar estos tres objetivos no

guardan relación con la cultura del lugar donde se aplican. Asimismo, también dan fe de que pueden lograrse mejoras de importancia en los resultados a corto plazo, y de que la aplicación universal de estas prácticas podría tener enorme impacto para la mejora de los sistemas educativos con dificultades, dondequiera que estén.

Por tanto, “La calidad de un sistema tiene como techo la calidad de sus docentes”, podemos apreciar cómo se nos describe de forma clara y detallada que los sistemas educativos con más alto desempeño atraen de forma constante gente más capacitada a la carrera docente, consiguiendo así que sus resultados académicos sean mejores; lo cual nos lleva a situarnos en la perspectiva de considerar que “la calidad de un sistema educativo se basa en la calidad de sus docentes” y a la inversa, “los sistemas educativos con peor desempeño rara vez atraen a la docencia a las personas adecuadas”.

Los sistemas estudiados a lo largo de este indicador, se basan en promover dos cosas para mejorar sus sistemas: desarrollar mecanismos eficientes para seleccionar a los docentes que reciban capacitación docente y pagar buenos salarios iniciales; ambas cosas están ausentes en los sistemas con bajo desempeño (Barber y Mourshed, 2008).

Estos mecanismos asumen que para que una persona pueda convertirse en un docente eficiente deberá poseer cierto conjunto de características susceptibles de identificación antes de ejercer la profesión, tales como: un alto nivel general de lengua y aritmética, fuertes capacidades interpersonales y de comunicación, el deseo de aprender y motivación para enseñar; y todo ello para luego ir superando varios procesos de selección.

Pero, desde la experiencia de todos los sistemas educativos analizados la calidad depende en última instancia de la calidad de sus docentes.

Es decir, desde esta idea se parte que si el aprendizaje ocurre cuando los alumnos y los docentes interactúan entre sí, y es por ello por lo que mejora el aprendizaje implica mejorar la calidad de esta interacción. En este sentido la tarea de un sistema educativo será: “garantizar que cuando un docente ingrese a un aula cuente con los materiales, los conocimientos, la capacidad y la ambición de llevar a un niño a superar lo hecho el día anterior”.

El alto desempeño requiere el éxito de todos los niños, como tercer impulsor o indicador, determina que conseguir a las personas más aptas para ejercer la docencia y desarrollarlas hasta convertirlas en instructores eficientes permite a los sistemas educativos contar con la capacidad que necesitan para ofrecer una mejor instrucción, que le conlleve a obtener mejores resultados. Eso sí, el que un sistema educativo se pueda aprovechar de los beneficios de una mejor instrucción dependerá de su capacidad para hacer uso eficaz de ella y así garantizar que todos los niños y no sólo algunos de ellos tengan acceso a una excelente instrucción.

En general, medir el desempeño no conduce automáticamente a obtener una perspectiva sobre cómo pueden las políticas y las prácticas ayudar a los estudiantes a aprender mejor, a los docentes a enseñar mejor y a las escuelas a operar en forma más efectiva.

Por otra parte, todos los líderes de sistemas educativos en vías de mejora coincidieron en que el progreso requiere disciplina y un constante empuje. Sin embargo, incluso en este prestigioso grupo, pocos estaban seguros de por qué habían sido exitosos: con frecuencia no tenían una “teoría de acción” respecto de por qué les dio resultado lo que hicieron. Y eran menos aun los que se habían formado un mapa mental de cómo los cambios que habían realizado encajaban en un todo coherente (Barber, Chijioke y Mourshed, 2012).

Durante las dos últimas décadas, casi todos los países han emprendido algún tipo de reforma del sistema educativo, pero muy pocos han logrado que su sistema mejore de deficiente a regular, de regular a bueno, de bueno a muy bueno y de muy bueno a excelente. Por tanto, el estudio en detalle de 20 sistemas educativos de distintas partes del mundo, y de diversos puntos de partida, que han registrado aumentos significativos, sostenidos y generalizados en los resultados de sus alumnos, y analiza por qué lo que hicieron ha tenido éxito donde tantos otros han fracasado.

Se identifican sistemas que han obtenido aumentos significativos, sostenidos y eneralizados en los resultados de sus alumnos en evaluaciones internacionales y nacionales desde 1980 en adelante y se clasifican en dos catergorias:

1.      El primer grupo, “sistemas de mejora sostenida”, incluye a los sistemas que ya llevan cinco años o más de mejoras en el desempeño de sus alumnos de acuerdo a múltiples puntos de referencia y materias; este grupo incluye los sistemas de Singapur, Ontario y Polonia.

2.      El segundo conjunto, “sistemas de mejora promisoria”, corresponde a los sistemas de los países en desarrollo o emergentes que han emprendido iniciativas de reforma respaldadas por evidencia en forma reciente, pero que ya han percibido importantes mejoras en dos o tres años. Los sistemas de mejora promisoria incluyen a Madhya Pradesh (India), Minas Gerais (Brasil) y a la Provincia Occidental del Cabo (Sudáfrica). Si bien los “sistemas de mejora promisoria” no alcanzan niveles de logro elevados y pocos participan en evaluaciones internacionales, se han embarcado en trayectos de reformas de gran escala con técnicas innovadoras que en poco tiempo han demostrado mejoras significativas (y, en ocasiones, notables) en las evaluaciones nacionales.

Lo que ha confundido en gran medida el debate sobre la mejora de los sistemas educativos en el pasado es que el trayecto que recorre cada sistema es diferente: cada uno arranca desde un distinto punto de partida, enfrenta expectativas diversas y opera en un contexto sociopolítico diferente. A menudo esas diferencias han llevado incluso a expertos a dar malos consejos. Al buscar orientación, los líderes de los sistemas educativos con frecuencia obtienen como respuesta qué deberían hacer desde un punto de partida distinto de aquel en el que se encuentran. En un sistema de desempeño moderado, les iría mejor a los educadores si buscaran inspirarse en sistemas similares que logran mejores resultados, y no en sistemas configurados y posicionados de manera muy diferente, aun cuando estos sean los de mejor desempeño del mundo.


Referencias:

Barber, M., y Mourshed, M. (2008). Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos. Revista de Currículum y Formación de Profesorado, 14(2), 301-303 http://www.oei.es/pdfs/documento_preal41.pdf

Barber, M., Chijioke, C., y Mourshed, M. (2012). Cómo continúan mejorando los sistemas educativos de mayor progreso en el mundo. Preal, 16, 1-103


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